martes, 4 de enero de 2011

Necesitar y ser necesitado



¿Sabéis de esa sensación de protección?

  Esa sensación de amor infinito hacia algo o alguien, ese sentimiento que reconforta y hace reconfortar, esa sensación de que hagas lo que hagas, alguien estará ahí para ayudarte, para aconsejarte, para amarte incondicionalmente, para darte un abrazo, para darte una caricia o una palabra de ánimo cuando los rasguños afloran.

Esa sensación de fragilidad y fortaleza, semejante a un castillo de arena, que parece tan fuerte y admirable y a la misma vez tan frágil que unas pocas gotas de lluvia ya pueden derruir. Es una sensación de doble dirección, debe de ser así, una sensación de cuidar y ser cuidado, una sensación de estabilidad, una abrazo en el que eres estrechado y a la misma vez estrechas, un escudo en el que recibes las balas y a la misma vez las quitas.

Esa sensación de amor, de calor, de ternura infinita y de comprensión.  

Me gusta proteger y ser protegida, me gusta amar y ser amada, me gusta y necesito sentirme así, necesito acariciar y ser acariciada, necesito consolar y a la misma vez ser consolada. Soy frágil y a la misma vez poderosa, no soy uno sin lo otro, no soy un escudo, pero tampoco pretendo quitar las balas.

Hay muchas partes de mi vida, muchas personas, ideas y situaciones por las que siento esto, ese sentimiento tan especial, ese sentimiento tan íntimo que no quieres e incluso no hace falta hablar de ello, es mágico. Ese sentimiento que sin querer aflora, sin darte cuenta nace y te arropa, no hace falta hablarlo o nombrarlo para saber que es y mucho menos para sentirlo. Ese sentimiento para el que las palabras sobran, porque nace y vive en miradas, en abrazos, en consejos o recuerdos.

1 comentario:

  1. Miradas, abrazos, consejos y recuerdos...
    me gusta todo lo medieval, y eso de ser un escudo es muy muy importante. A mí me gusta.

    ResponderEliminar