"Y a falta de palabras, me mordí la voz"
(La sombra del viento, Carlos Ruíz Zafón)
(La sombra del viento, Carlos Ruíz Zafón)
No se si será por el ir y
devenir de mi constante actividad mental, la cual se somete a los
incesantes quebraderos de cabeza que el jodidamente bienaventurado, para
ninguno, sistema a la boloñesa me acarrea, pero con demasiada
frecuencia observo la anterior y maravillosamente bien redactada, frase a
mi alrededor personificándose en ideas, sentimientos y bueno, valga la
redundancia en personas.
...Y a falta de palabras, me mordí la voz....
Mi
nivel de asimilación de injusticias ultimamente se está disparando
estrepitosamente señores, día a día salga el sol por donde salga una
nueva noticia, de muy diversos carárcteres, asola alla por donde vaya
cualquier razocinio humanamente lógico.
Y que veo allá a donde
mire, resignación, SI RESIGNACIÓN. Hasta la veo en aquellos que
protestan, la veo en las miradas conformadas, en las esperanzas
mutiladas, en los sueños que se abandonan con la almohada. Y nos
seguimos mordiendo la voz,nos mordemos una voz que ya no tiene alma, ni
pasión ni ganas de hacerse escuchar, ni mierdas.
Porque
últimamente nos limitamos a sobrevivir, a pensar por la noche que a mí
no me toque, cruzar los dedos o arrebatarle la pata a un pobre conejo,
todo cuenta en este sistema opositario en el que la vida se está
convirtiéndo, por lo menos no está congelado, bueno no lo diré muy alto.
Como leí en un artículo de Arturo Pérez Reverte:
"...Cambien
la fiesta a bordo, los pasajeros de lujo con sus copas de champaña, los
de tercera clase soñando con la vida mejor que podía aguardarles en
América, por todos nosotros, nuestros créditos fáciles sobre sueldos que
no podían sostenerlos, nuestro derroche, nuestra estupidez suicida,
nuestro mirar hacia otro lado a las primeras señales de hielo en el mar.
Metan todo eso en un ordenador, oigan. Denle a la tecla enter y saldrá
nuestra foto exacta, saludando sonrientes desde la cubierta del barco
insumergible, encantados de habernos conocido. Felices de estar ahí.
Observen sobre todo nuestra cara de idiotas. Cien años ya, desde el
Titanic, y no hemos aprendido nada".
Ciertamente cierto, no hemos aprendido nada, pero nada de nada.
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